Un cim centenario

Santa Bàrbara

Santa Bárbara es una imponente montaña de roca conglomerada de forma piramidal de 735 m de altitud, que emerge detrás del Convento de San Salvador. Desde muy antiguo fue habitada por eremitas y actualmente conserva los vestigios de cuatro ermitas: San Onofre, San Pablo, San Antonio y en la cima con escombros, Santa Bárbara. Por detrás del Convento un sendero bordea la base de la montaña por la izquierda hasta llegar a una cueva, bajo un majestuoso roca, conocida como Cueva de San Salvador. En el fondo hay una imagen escultórica del Santo protegida por una reja de hierro y guarnecida, casi todo el año, con ramos de flores. En este lugar también mana la fuente milagrosa, que según la tradición, hizo brotar el Santo con tres golpes del cordón del hábito. A partir de este punto el camino trepa muy derecho por detrás de la montaña hasta llegar a la cima. Para acceder hasta la cruz hay que pasar por un tramo estrecho y no hay que sufrir vértigo. La bajada se hace habitualmente por la vertiente derecha del monte de forma más rápida.

Convento de San Salvador

El convento de la Virgen de los Ángeles es más conocido popularmente con el nombre de convento de San Salvador por la estancia que hacer el fraile franciscano a mediados de siglo. Se encuentra situado a levante, a unos 2 kilómetros del pueblo, al pie de la montaña de Santa Bárbara -antes colina de Horta. No se saben con certeza las funciones originarias del convento, pero no se puede descartar la posibilidad de que hubiera compartido con el castillo de Horta la calidad de sede de pedido. Aparte de ser un santuario mariano, los templarios eran muy devotos de la Virgen. También hay que tener presente que muy cerca pasaba un importante camino ganadero o lligallo, documentado desde los tiempos medievales, que comunicaba las tierras interiores aragonesas y los pastos del Baix Ebre.

Historia

El convento está constituido por un grupo de edificios de cronologías diversas (XIII-XVII), situado alrededor de un claustro renacentista. De la iglesia, las cuatro últimas secciones con el ábside son construcciones de los tiempos de los templarios (siglo XIII) -se cree que es la última construcción que hacen los templarios en Cataluña antes de su abolició-, mientras que la fachada ( atrio) y el primer tramo (corazón) pertenecen a la mitad del s. XV, y por lo tanto son construidos en época hospitalaria. El resto del convento se construyó durante la estancia franciscana (XVI-XIX); la única pieza que nos ha llegado de este periodo, en muy mal estado de conservación, es el claustro renacentista, construido en el siglo XVI. El magistrado de Horta, porque el santuario estuviera mejor atendido, llamó a los franciscanos. Parece que estos fueron allá por los alrededores del año 1517. Los frailes no estuvieron mucho tiempo, y no se sabe por qué se fueron, y el convento quedó otra vez abandonado. Ante esto, los gobernantes de Horta, aprovechando la estancia de Carlos I en Monzón, donde estaban reunidas las Cortes catalanas, acudieron a él para que intercediera ante el provincial de los franciscanos y éstos volvieran a Horta, y así fue. La fecha exacta de su vuelta no se sabe, pero se deduce que si las Cortes fueron en 1542, hacia el 1543 los franciscanos ya volvían a habitar el convento, que le pusieron la denominación franciscana de Nuestra Señora de los Ángeles. De esta manera se inicia un periodo de presencia franciscana que duraría hasta 1835: en total, unos 292 años. El hecho más significativo de toda esta etapa es la presencia del lego franciscano Salvador Pladevall, conocido hoy en día como santo Salvador de Horta. La estancia de san Salvador fue de unos doce años (1547? -1559), y su fama de milagrero hizo incrementar enormemente las visitas de devotos y fieles que buscaban curación de sus males. Se dice que había días que se congregaban hasta dos mil peregrinos. Esta circunstancia hizo que el convento fuera creciendo y ampliando sus dependencias con espléndida piedra de sillería. También ayudó a hacer crecer el edificio que los superiores de la orden hay realizaban los cursos provinciales de Filosofía. Se construyeron oficinas en el corazón, se hizo la sacristía, la biblioteca, la cocina, el refectorio, se hicieron más celdas: así el convento podría tener sus novicios y estudiantes. Se calcula que alrededor del 1576 se fueron del convento los frailes menores o observantes, que fueron sustituidos por los recolectas que buscaban lugares retirados y lejos de poblaciones. En el siglo XVIII la comunidad franciscana era de unos treinta religiosos.

Arquitectura

La parte de la iglesia que corresponde a la época del Templo es de una sola nave rectangular, con ábside semicircular, más estrecho que la nave y con contrafuertes. La planta está dividida en cinco tramos rectangulares por arcos de diafragma apuntados coincidentes con los contrafuertes. En medio de estos tramos hay ventanas altas de doble Esplandiu y arco de medio punto diafragma. El ábside presidido por un arco triunfal, de medio punto, bastante más bajo que los de la nave, lo que permite taladrar el trasdós con un óculo. La bóveda del ábside es el clásico cuadrante de esfera románico nervado al modo provenzal, poco habitual en Cataluña. Al lado de la epístola hay una puerta con arco escarzano hacia el interior y de medio punto hacia el exterior, que seguro sería la puerta primitiva de la iglesia y que en la época franciscana se debió utilizar para acceder al claustro. Esta parte de la iglesia está considerada por algunos estudiosos como el elemento arquitectónico religioso más importante de la orden del Temple en Cataluña. El estudioso Joan Fuguet nos apunta que la iglesia de Santa María de los Ángeles, antes de ser alargada en las etapas posteriores a los templarios, tenía unas dimensiones de 15 m de largo por 9 m de ancho, medidas que se corresponden con las de otras construcciones templarias, y que esta proporción representa un cálculo de la sección áurea.

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